sábado, 23 de diciembre de 2017

Cuento ¿Inteligente o audaz?

¿INTELIGENTE O AUDAZ?
Por: Alejandrina Castañeda

Narciso se levanta a la misma hora, se baña, se viste y toma su café negro sin azúcar  y un pan tostado, se queda mirando las figuras amorfas del humo que sale de su taza blanca, suena el teléfono, contesta pero no obtiene respuesta, cuelgan. Continúa tomando su café, ahora molesto por la interrupción, suena el teléfono, contesta y oye una respiración profunda y una voz que comienza a hablar:

--- ¡señagne em on, señagne em on!

A Narciso no le preocupa que no entienda lo que dice, sino que esa voz, notoriamente fingida, no sabe si se trata de un hombre o una mujer, cuelgan. Sigue tomando su café, ahora con cierta incomodidad, toma su pan y lo remoja, suena el teléfono, se le cae la mitad del pan remojado y avienta la taza contra la pared, contesta y oye la misma voz, no es fingida, es una mujer que, con ritmo lento, musical, lo empieza a describir. Cerrando los ojos Narciso escucha:

--- tu cuerpo frágil, tu piel suave, piernas largas fuertes cargadas de bellos largos, cadera estrecha, nalgas paradas bien redondas, tus testículos rugosos comienzan a endurecer y la cabeza de tu pene color rosa asomándose poco a poco, tu vientre mariposado empieza a sentir sutiles toques eléctricos así como tu ombligo profundo. Tu respiración acelera y el movimiento del corazón se refleja en tu pecho erguido, tus brazos son fornidos y tus manos grandes, con una de ellas te tocas tu cuello ligeramente ancho, te masajeas tu prominente manzana, te tocas tu cara delgada, tus labios gruesos, carnosos, nariz recta, ojos grises brillantes que dan la ilusión de estar hundidos por tu ceja poblada, tu cabello negro, suave abundante…sssss. Cuelgan. Narciso agitado, no logra identificar aquella voz. Toma sus cosas, sale elegante y perfumado hacia su trabajo.

A la misma hora de todos los días llega a su departamento, entra en su recámara y todo esta fuera de su lugar: cama destendida, libros tirados, las sillas volteadas de cabeza, el ropero y el espejo de cuerpo entero vueltos hacia la pared. Narciso trata de comprender el desorden que le encuentra un cierto orden; agitado va hacia la cocina, camina de un lado a otro, revisa la cerradura y la encuentra intacta, ventanas cerradas. Sale, ve de un lado y otro de los largos pasillos, se asoma hacia las escaleras, nadie ni en los cinco pisos de abajo ni en los cinco pisos de arriba, se regresa a su departamento, se sienta en la alfombra roja de su sala, no quiere nada, no sabe nada, duerme.

Narciso se levanta a la misma hora, se baña, se viste y toma su café negro sin azúcar y un pan tostado, se queda mirando las figuras amorfas del humo que sale de su taza blanca. Suena el teléfono, reconoce la voz de la mujer, lo describe, cuelga. Toma sus cosas, sale elegante y perfumado hacia su trabajo.
A la misma hora de todos los días llega a su departamento, entra a su recámara y todo esta en su lugar: la cama tendida, libros en su escritorio, las sillas bien puestas, el ropero y el espejo de cuerpo entero vueltos hacia la cama. Narciso aterrado, trata de comprender el orden que le encuentra un cierto desorden, va hacia la sala camina de un lado a otro, revisa la cerradura y la encuentra intacta, ventanas cerradas. Sale, ve de un lado y otro de los largos pasillos, se asoma hacia las escaleras, nadie ni en los cinco pisos de abajo ni en los cinco pisos de arriba, se regresa a su departamento, se sienta en el piso negro de su comedor, no quiere nada, no sabe nada, duerme.

Narciso se levanta a la misma hora, se baña, se viste y toma su café negro sin azúcar y un pan tostado, se queda mirando las figuras amorfas del humo que sale de su taza blanca. Suena el teléfono, reconoce la voz de la mujer:

--- ¡señagne em on, señagne em on!

            Toma sus cosas, sale elegante y perfumado hacia su trabajo. A la misma hora de todos los días llega a su departamento, entra a su recámara y todo se encuentra preparado como para el encuentro de dos amantes: la cama tendida, los almohadones en el respaldo, en el centro la foto de una mujer, le parece conocida, es la imagen que se había hecho tan sólo de haber leído el expediente del caso que se le había asignado:

EXPEDIENTE FAUNA-DF25
Nombre: Flora Verduzco                                             Edad: 42 años
Profesión: Psicóloga clínica                                         Religión: ortodoxa
Lugar de procedencia: desconocido
Observaciones: Femenina de 42 años, alta, delgada, cuerpo atlético, morena clara, cabello largo, cara delgada, ojos verdes, nariz recta, labios delgados, voluble, sadomasoquista, manipuladora.

Se había impuesto un tiempo para resolverlo, en menos de cinco días debía atrapar a la susodicha. Siempre aceptaba este tipo de casos y sólo estos y sólo a él se los daban, pues hasta hoy no había fallado ni uno solo a pesar de que cada uno de ellos era distinto.

Cuando Narciso se dio cuenta de que alguien entraba a su departamento, sólo cerró los ojos y esperó. Comenzó a oír música, sintió como corría el viento por todo el espacio del cuarto, sintió como alguien se acercaba a él lentamente y empieza a escuchar:

--- Tranquilo, a ver dime ¿de veras crees que vas a poder seguir atrapando a mis clientes?
Lo venda y lo hace que se siente en una silla, lo amarra, le baja el cierre del pantalón y le mete un filoso hielo, le hace gemir y decir constantemente

---- ¡no te engaño, no te engaño!

Hasta que el hielo se disuelve completamente, Narciso va recobrando su estado de flacidez, oye cerrar la puerta de su departamento. Se quita la venda se tiende en la cama, comienza a dar vueltas de un lado a otro hasta que sin darse cuenta se queda dormido.

Hoy 29 de febrero 2003, Narciso se levanta a la misma hora, se baña, se viste y toma su café negro sin azúcar y un pan tostado, se queda mirando las figuras amorfas del humo que sale de su taza blanca. Toma sus cosas, sale elegante y perfumado hacia su trabajo.

A la misma hora de todos los días, llega a su departamento, se dirige a la cocina, abre el refrigerador, toma una cerveza, se dirige a su recámara y se sienta en la cama a ver televisión con Flora a su lado.






Reseña crítica de la novela Orlando

EVOLUCIÓN DEL ESPÍRITU

                                                                                                         Por: Alejandrina Castañeda

Uno de los frutos mas significativos de la literatura inglesa ha sido la producción de Virginia Wolf (1882-1941), con El cuarto de Jacob (1922), La señora Dalloway (1925), Al Faro (1927), Orlando (1928), Las Olas (1931), entre otras. Aquí me ocuparé del amor, la poesía, la transformación, el deseo, coexistencia de contrarios, inmortalidad y belleza justo con una de sus novelas, en donde el tiempo no es una realidad establecida convencionalmente, sino también puede ser una figuración, donde el consciente y el inconsciente, no sólo pueden sorprender al protagonista de la narración, sino a su propio testigo al otro lado de la lectura, el receptor activo de imaginación y de incertidumbre constante, es decir, testigo de todo aquello que provoca la novela titulada Orlando.

HOMBRE
            Orlando es un personaje que da la impresión de ambigüedad, dotado de facciones, comportamientos y de cualidades masculinas y femeninas. Durante todo el relato se hace énfasis, por medio de las descripciones, de su belleza, de una juventud eterna y  admiración a su porte, nobleza, trato, pero sobre todo,  a sus piernas. Todos los adjetivos calificativos que lo rodean se fusionan en la imagen que emana de él.
            El narrador-biógrafo, en varias ocasiones se dirige directamente al lector, con opiniones, preguntas, afirmaciones, al mismo tiempo que cuenta la historia de Orlando, desde la época isabelina hasta principios del siglo XX, la cual comprende desde un adolescente de 16 años hasta cumplir los 36 años convertido en un ser totalmente independiente. Es posible que este recorrido temporal, sean siglos que vivió Orlando a través de la literatura, de sus lecturas, de su conocimiento y vajage cultural como una ensoñación, y su tiempo real-presente fuera 1928, fecha en que la historia llega a su fin mas no el fin de Orlando.
            Esta insinuación de inmortalidad, el hecho  de vivir cuatroscientos siglos, es parte de la totalidad  que lo envuelve y, por supuesto, de la tradición mitológica de la que por cierto era un asiduo lector. Durante el relato me remite a relacionar a Orlando con Narciso por su gran belleza, al divino Tiresias por sus distintos roles de hombre y de mujer, y también recordar a Dorian Gray por su eterna juventud, sólo que en esta ocasión, su retrato así como él mismo, jamás envejecen.
            Hombres y mujeres quedaban fascinados con Orlando, y es que independientemente de su sexo, su alma y su espíritu fusionados en uno solo, oscilaban entre opuestos de femenino y masculino; su poder se connotaba por la coexistencia de ambas identidades, al grado de provocar en otras personas el deseo de conquistarlo/a a través del disfraz, del disfraz del otro.
            Esa sensibilidad sobrecogedora que lo caracterizaba, lo hundió en un sueño profundo, y tal y como una crisálida, donde se da lugar a la metamorfosis, que representa un estado transitorio entre dos etapas, conlleva así la aceptación de un nuevo estado de una condición de plenitud. Un capullo espiritual es el aura de Orlando en dos momentos de su vida, en sus rupturas de equilibrio; justo después de siete días Orlado despierta, primero con un deseo de soledad y renovación material, sentimental e intelectual y, en su segunda ocasión, en una transformación de su físico.

MUJER
            Justo a los 30 años “sus formas combinaban la fuerza del hombre y la gracia de la mujer.”[1] Su capacidad de amar traspasaba no sólo a hombres y mujeres, sino se prolongaba a la poesía, animales, flores, en fin… a la naturaleza.
            La trasgresión no sólo es un cambio abrupto de su sexo, sino en la ideología sobre el amor, la lectura, los poetas, la burguesía, status social, el rol de la mujer y del hombre que Woolf entremezcla en voz del biógrafo.
            Su transformación se ciñe  al aspecto físico, pues todo su desarrollo siempre es un vaivén de los masculino y lo femenino, y no sólo en la vestimenta, es decir, llega un momento en que Orlando parecía disfrutar el juego de vestir de ambas formas conociendo gradualmente el interior de una mujer, después de haber vivido con un rol netamente masculino. Orlando recapacitaba y le  costó algún tiempo asumir su nuevo rol, y aunque era la misma persona, sus actitudes, su fortaleza, las costumbres y, sobre todo, el espíritu de la época, la hacían sumergirse en una realidad convencional, donde las mujeres aún no eran dignas de ser portadoras de un lenguaje poético plasmado en algún libro o en una simple conversación
            Orlando tenía hambre de amor, de completar su poema que se escribía con los siglos, hambre de compañía, de estar completa, de gloria…
            Su cambio de sexo provoca una neutralización de su forma de concebir a una mujer, había actitudes que como hombre no podía hacer sin ser juzgado. Hay una búsqueda constante en Orlando pero… ¿qué busca? ¿qué logra? Primero, solo en su juventud, siguiendo las reglas de un noble como su status lo marcaba, comprometido por convenio y enamorado profundamente de una extranjera, comienza a ser un trasgresor; tal vez sólo por seguir sus deseos, de amar, de escribir. Su cambio de sexo también es una trasgresión, pero ésta se manifiesta en una crítica a la sociedad, al comportamiento arquetípico de una mujer y todavía con el vacío de su poema que faltaba por terminar. Su ideal iba más allá de las obligaciones de un embajador, lord, o lady, más allá de diferencias sexuales.

ANDRÓGINO
            El símbolo del andrógino ha sido representado en varias expresiones artísticas, cada una de ellas aporta su propia concepción según su contexto, sus propios objetivos y medios para dicha representación. Hay que mantener siempre presente que el sentido fundamental de un símbolo “no es siempre evidente y no puede ser el mismo para cada área cultural; por ello la interpretación del símbolo debe inspirarse no solamente en la figura, sino en su movimiento, en su medio cultural y en su papel particular”.[2] Orlando como ser andrógino no es su característica a priori, sino que lleva un proceso; éste símbolo representa la coexistencia de los contrarios, una  evolución del espíritu, que remite a cuestionar lo femenino y lo masculino en una sociedad a través de los siglos.
            Aún y cuando un andrógino es independiente, no le hace falta nada, a Orlando le faltaba completar ese proceso para llegar a la totalidad, e inmersa en su contexto, la llevó a elegir un marido que en su interior femenino complementara a Orlando y su interior masculino
            Es su nueva condición de totalidad  que la lleva a superar deseos efímeros, como la sexualidad o la fama literaria,  banalidades de belleza y logros como la inserción de su vida matrimonial como parte de su contexto del espíritu de la época.
            ¿Qué características de Orlando se relacionan con las del andrógino?
♀♂   Su aspecto físico, aunque sin duda hombre al principio y después mujer, no dejaba de confundir y atraer a quien pudiera contemplarlo/a aún a través de su retrato.
♀♂      El hecho de haber dormido siete días y siete noches, pues el siete es un número simbólico en varias culturas, de la totalidad, el final de un proceso perfecto, el tiempo necesario para completar un ciclo.
♀♂    Su inmortalidad, aunque por los recursos literarios utilizados, me hace sumergirme en una constante incertidumbre por los acontecimientos fantásticos dentro de la narración cronológica. Por esto mismo, hay momentos que me hace dudar de su longevidad, pues pasan cuatro siglos y ella tiene 36 años, hay personajes que mueren y otros no, y la acción repentina de estar en 1928.
♀♂      Su heterosexualidad, tenía muy claro sus gustos y deseos tanto de hombre como de mujer
La novela deja una diversidad de causas y consecuencias abiertas a varias interpretaciones sin llegar a una conclusión absoluta. La ambigüedad de Orlando es también la ambigüedad de la novela.

FINAL ABIERTO
            La historia termina el once de octubre de 1928, y finaliza abruptamente como lo fue su cambio de sexo; aunque ¿por qué a nadie le sorprende su transformación? El cambio de sexo no le perturba ni a él ni a la gente que lo rodea; tal vez sea una condición dada de su ser, como parte del renacimiento a un vaivén sexual poético como un himno a la totalidad. Hay una influencia del psicoanálisis al disponer de varios “yo’s” de Orlando, y una divagación que pareciera un leit-motiv el hecho de mirar a través de la ventana.
            ¿Qué imagen del andrógino se refleja de esa época, principios del XX?
            No puedo asegurar los atributos de un andrógino a Orlando, ciertamente se habla de una evolución de su espíritu, de esa anulación de contrarios, ambigüedad y no sólo física, sino de actitudes y objetivos; pero el hecho de haber tenido un hijo confunde la independencia del ser andrógino. Es clara la soledad de Orlando que le hace sentir la necesidad de casarse, pero también puede ser una ironía de Virginia Wolf al no poder huir o traspasar el contexto histórico al cual pertenece, a no ser por medio de la trasgresión.
            Aún y cuando la adaptación cinematográfica de esta novela sea por demás interesante, sobre todo por su producción de escenografía y vestuario, no hay tanta riqueza de complejidad que si logra la novela, y por lo tanto un final abierto.

BIBLIOGRAFÌA
·      Chevalier Jean y Alain Gheerbrant, Diccionario de símbolos, Barcelona, Herder, 1986
  • Perea Sabino, El sexo divino, Madrid, Aldebarán Ediciones, 1999, 256p.
·      Platón, Diálogos, Madrid, Gredos, 1984
  • Wolf Virginia, Orlando, México, Editorial Alianza, 2003, 227p.



[1]  Wolf Virginia, Orlando, México, Alianza Editorial, 2003, p.96
[2]Chevalier Jean y Alain Gheerbrant, Diccionario de símbolos, Barcelona, Herder, 1986, 1107p

Cuento

LA CASA AMARILLA

                                                                                                         Por: Alejandrina Castañeda

            Esta lloviendo fuerte, casi no alcanza a ver bien el camino a pesar del limpia parabrisas, así que tiene que ir forzando la vista y estar más atenta que de costumbre a todo lo que hay allí afuera.
            Sobre la avenida casi no hay gente por la misma lluvia, y aunque no es largo el camino que tiene que recorrer, el tiempo trascurre y no avanza regularmente. Es extraño que en un día así tampoco haya muchos carros circulando, se podría decir una docena, por mucho, a lo largo de toda la vía rápida. De repente, mirando hacia la orilla derecha, sin querer se fija intensamente, aunque por unos segundos, en un hombre alto, vestido con ropa deportiva, lentes obscuros y gorro, parece que esta pidiendo aventón, al menos eso parece, pero a pesar de no ver bien sus facciones, ella cree que en realidad pide ayuda pero sigue su camino; sin embargo esa imagen se queda en su mente todavía un gran trecho avanzado y no lo puede evitar.
            Aún con las dificultades del camino inundado, da la vuelta. Tarda en volver a parar por donde estaba el hombre alto y ahí estaba él todavía, totalmente estático a pesar de estar cayéndose el cielo.
Finalmente se detiene y le pregunta si quiere que lo lleve, el hombre acepta de manera muy seria y sube al carro.
            - Necesito que me lleves sólo un poco más adelante, ahí me están esperando
            Tal como se lo indicó, sólo avanzó unos cuantos metros y sorpresivamente varios carros de la misma marca y color empiezan a movilizarse alrededor de ella. Él sale del carro pidiéndole a ella que se vaya, que eso es todo y le agradece el aventón.
            Él sale del carro caminando rápido pero con cierta calma y habla con otro muchacho que esta en una camioneta justo a unos metros atrás de ella, no se sube, da la vuelta a la camioneta y comienza a correr haciendo que los carros iguales lo sigan, pero él se mete por varias calles.
            Ella no sabe qué sucede pero siente algo, algo que la hace sentir angustia, una opresión en el corazón que no se explica. Toma la decisión de salir de su carro y firmemente se acerca a la camioneta que tiene atrás y sube:
            -No me voy a bajar hasta que me digan que pasa y ¿dónde esta tu compañero?, quiero verlo
            -esta bien, como quieras.
            Desapareciendo los carros, regresa el hombre alto y entra a la camioneta, verla a ella ahí sentada entre los dos no le sorprende en absoluto.
            Se van de ahí y ella pierde la noción del lugar por donde iba su carro, de hecho ya no lo puede localizar y le parece totalmente desconocido el camino que han tomado. Después de varias horas llegan a su destino. Parece una casa enorme, de forma cuadrada, tiene varios pisos, es de color amarillo y las ventanas son muy grandes con orilla blanca y todo esta iluminado.
            Bajan del carro y el hombre hace pasar a ella primero. Es una puerta grande, a la entrada hay varios jardines, la casa se encuentra al centro de todo un bosque.
            Entran, y curiosamente, no necesitaron utilizar alguna llave ni llamar para que abrieran. El acompañante del hombre alto se despide de los dos y entra en su cuarto. El hombre alto la lleva a su cuarto.
            -Pasa, creo que aquí estarás cómoda. Por cierto me llamo Dylan y sólo necesito que no te asomes por las ventanas, en cuanto quieras salir del cuarto avísame y yo te acompaño a donde tu quieras, ahora descansa te traeré algo de cenar ya es tarde ¿esta bien?
            -Me llamo Luz y necesito que me contestes unas preguntas por favor
            Dylan se acerca a ella y ella lo ve grande, sus facciones son hermosas y su mirada….la penetra hasta el alma, sólo se deja llevar, el tiempo se ha detenido en su intensa presencia, se siente unida, siente todo su propio cuerpo mojado que empieza a destilar vapor y el de Dylan también. La habitación se llena de un olor peculiar, el éxtasis compartido en besos y caricias lo siente como un inmenso placer perverso por desear a ese hombre totalmente desconocido. Pero él se detiene, la deja recostada en la cama y sale.
            No se escucha nada, ni un solo sonido, a ella le parece que debe vivir mucha gente ahí de tan grande que es el lugar, pero el impacto en su alma de sentir los besos de Dylan le envuelve su pensamiento y ya no puede concentrarse en otra cosa.
            Dylan regresa con comida y cenan los dos en silencio mirándose a los ojos. Duermen abrazados, sus cuerpos se acoplan como si tuvieran mucho tiempo de dormir juntos, se sienten rodeados de un aura de tranquilidad y paz.
            Sin embargo, al otro día, Dylan sale rápido del cuarto y ella se queda. Poco a poco se va dando cuenta de que todo…estaba prohibido.
            No podía asomarse por las ventanas, ni entrar a otro cuarto que no fuera el de Dylan, no debía ver a todos los que habitaban ahí y mucho menos siquiera intentar salir de ese lugar.
            Por alguna extraña razón no deseaba irse, pero sí quería saber; con el transcurso de los días ella se fue dando cuenta que Dylan quería escaparse de ese lugar y que todos los días trabajaba en eso en secreto. Había varios hombres más en ese lugar y una señora que hacía la comida en una enorme cocina.
            Ella sólo quería estar con él y se molestaba cuando se sentía desatendida por el. Las preguntas que quería hacer se desvanecieron poco a poco con los besos de Dylan; hasta que un día, abrazándose con la mirada fija en sus respectivos ojos,…hicieron el amor intensamente y con cuidado, había más sentimiento que pasión y en otro momento más pasión que sentimiento, ese instante los penetraba; pero el ritmo de vida en ese lugar no podía cambiar y además al parecer eran vigilados todo el tiempo.
            Ella no sabía qué era ese lugar, ni sus habitantes, pero Dylan era la única y suficiente razón por la cual, en medio de un aguacero, dejó su carro en una vía rápida un viernes por la noche para subirse y recorrer un camino desconocido con un hombre de raza negra que no hacía mas que cuidarla.
            -¡Corre, ahí vienen, no importa en que cuarto entre sólo debo fingir que duermo!
            Se dieron cuenta que la ventana del cuarto estaba abierta, sólo quería ver hacia fuera pero toda una marea de hombres la hicieron correr por toda la casa buscando un cuarto donde refugiarse hasta que Dylan llegara por ella.
            Por algún poderoso motivo nadie debía hacerle daño, sabían que Dylan la respetaba y cuidaba. Ser la única mujer a parte de la cocinera que estaba ahí, le provocaba ansiedad y algunas veces miedo.
            -Pero se que podré sobrellevar esta situación hasta que Dylan termine su trabajo: Huir de aquí conmigo