sábado, 23 de diciembre de 2017

Cuento

LA CASA AMARILLA

                                                                                                         Por: Alejandrina Castañeda

            Esta lloviendo fuerte, casi no alcanza a ver bien el camino a pesar del limpia parabrisas, así que tiene que ir forzando la vista y estar más atenta que de costumbre a todo lo que hay allí afuera.
            Sobre la avenida casi no hay gente por la misma lluvia, y aunque no es largo el camino que tiene que recorrer, el tiempo trascurre y no avanza regularmente. Es extraño que en un día así tampoco haya muchos carros circulando, se podría decir una docena, por mucho, a lo largo de toda la vía rápida. De repente, mirando hacia la orilla derecha, sin querer se fija intensamente, aunque por unos segundos, en un hombre alto, vestido con ropa deportiva, lentes obscuros y gorro, parece que esta pidiendo aventón, al menos eso parece, pero a pesar de no ver bien sus facciones, ella cree que en realidad pide ayuda pero sigue su camino; sin embargo esa imagen se queda en su mente todavía un gran trecho avanzado y no lo puede evitar.
            Aún con las dificultades del camino inundado, da la vuelta. Tarda en volver a parar por donde estaba el hombre alto y ahí estaba él todavía, totalmente estático a pesar de estar cayéndose el cielo.
Finalmente se detiene y le pregunta si quiere que lo lleve, el hombre acepta de manera muy seria y sube al carro.
            - Necesito que me lleves sólo un poco más adelante, ahí me están esperando
            Tal como se lo indicó, sólo avanzó unos cuantos metros y sorpresivamente varios carros de la misma marca y color empiezan a movilizarse alrededor de ella. Él sale del carro pidiéndole a ella que se vaya, que eso es todo y le agradece el aventón.
            Él sale del carro caminando rápido pero con cierta calma y habla con otro muchacho que esta en una camioneta justo a unos metros atrás de ella, no se sube, da la vuelta a la camioneta y comienza a correr haciendo que los carros iguales lo sigan, pero él se mete por varias calles.
            Ella no sabe qué sucede pero siente algo, algo que la hace sentir angustia, una opresión en el corazón que no se explica. Toma la decisión de salir de su carro y firmemente se acerca a la camioneta que tiene atrás y sube:
            -No me voy a bajar hasta que me digan que pasa y ¿dónde esta tu compañero?, quiero verlo
            -esta bien, como quieras.
            Desapareciendo los carros, regresa el hombre alto y entra a la camioneta, verla a ella ahí sentada entre los dos no le sorprende en absoluto.
            Se van de ahí y ella pierde la noción del lugar por donde iba su carro, de hecho ya no lo puede localizar y le parece totalmente desconocido el camino que han tomado. Después de varias horas llegan a su destino. Parece una casa enorme, de forma cuadrada, tiene varios pisos, es de color amarillo y las ventanas son muy grandes con orilla blanca y todo esta iluminado.
            Bajan del carro y el hombre hace pasar a ella primero. Es una puerta grande, a la entrada hay varios jardines, la casa se encuentra al centro de todo un bosque.
            Entran, y curiosamente, no necesitaron utilizar alguna llave ni llamar para que abrieran. El acompañante del hombre alto se despide de los dos y entra en su cuarto. El hombre alto la lleva a su cuarto.
            -Pasa, creo que aquí estarás cómoda. Por cierto me llamo Dylan y sólo necesito que no te asomes por las ventanas, en cuanto quieras salir del cuarto avísame y yo te acompaño a donde tu quieras, ahora descansa te traeré algo de cenar ya es tarde ¿esta bien?
            -Me llamo Luz y necesito que me contestes unas preguntas por favor
            Dylan se acerca a ella y ella lo ve grande, sus facciones son hermosas y su mirada….la penetra hasta el alma, sólo se deja llevar, el tiempo se ha detenido en su intensa presencia, se siente unida, siente todo su propio cuerpo mojado que empieza a destilar vapor y el de Dylan también. La habitación se llena de un olor peculiar, el éxtasis compartido en besos y caricias lo siente como un inmenso placer perverso por desear a ese hombre totalmente desconocido. Pero él se detiene, la deja recostada en la cama y sale.
            No se escucha nada, ni un solo sonido, a ella le parece que debe vivir mucha gente ahí de tan grande que es el lugar, pero el impacto en su alma de sentir los besos de Dylan le envuelve su pensamiento y ya no puede concentrarse en otra cosa.
            Dylan regresa con comida y cenan los dos en silencio mirándose a los ojos. Duermen abrazados, sus cuerpos se acoplan como si tuvieran mucho tiempo de dormir juntos, se sienten rodeados de un aura de tranquilidad y paz.
            Sin embargo, al otro día, Dylan sale rápido del cuarto y ella se queda. Poco a poco se va dando cuenta de que todo…estaba prohibido.
            No podía asomarse por las ventanas, ni entrar a otro cuarto que no fuera el de Dylan, no debía ver a todos los que habitaban ahí y mucho menos siquiera intentar salir de ese lugar.
            Por alguna extraña razón no deseaba irse, pero sí quería saber; con el transcurso de los días ella se fue dando cuenta que Dylan quería escaparse de ese lugar y que todos los días trabajaba en eso en secreto. Había varios hombres más en ese lugar y una señora que hacía la comida en una enorme cocina.
            Ella sólo quería estar con él y se molestaba cuando se sentía desatendida por el. Las preguntas que quería hacer se desvanecieron poco a poco con los besos de Dylan; hasta que un día, abrazándose con la mirada fija en sus respectivos ojos,…hicieron el amor intensamente y con cuidado, había más sentimiento que pasión y en otro momento más pasión que sentimiento, ese instante los penetraba; pero el ritmo de vida en ese lugar no podía cambiar y además al parecer eran vigilados todo el tiempo.
            Ella no sabía qué era ese lugar, ni sus habitantes, pero Dylan era la única y suficiente razón por la cual, en medio de un aguacero, dejó su carro en una vía rápida un viernes por la noche para subirse y recorrer un camino desconocido con un hombre de raza negra que no hacía mas que cuidarla.
            -¡Corre, ahí vienen, no importa en que cuarto entre sólo debo fingir que duermo!
            Se dieron cuenta que la ventana del cuarto estaba abierta, sólo quería ver hacia fuera pero toda una marea de hombres la hicieron correr por toda la casa buscando un cuarto donde refugiarse hasta que Dylan llegara por ella.
            Por algún poderoso motivo nadie debía hacerle daño, sabían que Dylan la respetaba y cuidaba. Ser la única mujer a parte de la cocinera que estaba ahí, le provocaba ansiedad y algunas veces miedo.
            -Pero se que podré sobrellevar esta situación hasta que Dylan termine su trabajo: Huir de aquí conmigo


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