¿INTELIGENTE O
AUDAZ?
Por: Alejandrina
Castañeda
Narciso se levanta a la misma hora, se baña, se viste y toma su café
negro sin azúcar y un pan tostado, se
queda mirando las figuras amorfas del humo que sale de su taza blanca, suena el
teléfono, contesta pero no obtiene respuesta, cuelgan. Continúa tomando su
café, ahora molesto por la interrupción, suena el teléfono, contesta y oye una
respiración profunda y una voz que comienza a hablar:
--- ¡señagne em
on, señagne em on!
A Narciso no le preocupa que no entienda lo que dice,
sino que esa voz, notoriamente fingida, no sabe si se trata de un hombre o una
mujer, cuelgan. Sigue tomando su café, ahora con cierta incomodidad, toma su
pan y lo remoja, suena el teléfono, se le cae la mitad del pan remojado y avienta
la taza contra la pared, contesta y oye la misma voz, no es fingida, es una
mujer que, con ritmo lento, musical, lo empieza a describir. Cerrando los ojos
Narciso escucha:
--- tu cuerpo frágil, tu piel suave, piernas largas fuertes cargadas de
bellos largos, cadera estrecha, nalgas paradas bien redondas, tus testículos
rugosos comienzan a endurecer y la cabeza de tu pene color rosa asomándose poco
a poco, tu vientre mariposado empieza a sentir sutiles toques eléctricos así
como tu ombligo profundo. Tu respiración acelera y el movimiento del corazón se
refleja en tu pecho erguido, tus brazos son fornidos y tus manos grandes, con
una de ellas te tocas tu cuello ligeramente ancho, te masajeas tu prominente
manzana, te tocas tu cara delgada, tus labios gruesos, carnosos, nariz recta,
ojos grises brillantes que dan la ilusión de estar hundidos por tu ceja
poblada, tu cabello negro, suave abundante…sssss. Cuelgan. Narciso agitado, no
logra identificar aquella voz. Toma sus cosas, sale elegante y perfumado hacia
su trabajo.
A la misma hora de todos los días llega a su
departamento, entra en su recámara y todo esta fuera de su lugar: cama
destendida, libros tirados, las sillas volteadas de cabeza, el ropero y el
espejo de cuerpo entero vueltos hacia la pared. Narciso trata de comprender el
desorden que le encuentra un cierto orden; agitado va hacia la cocina, camina
de un lado a otro, revisa la cerradura y la encuentra intacta, ventanas
cerradas. Sale, ve de un lado y otro de los largos pasillos, se asoma hacia las
escaleras, nadie ni en los cinco pisos de abajo ni en los cinco pisos de
arriba, se regresa a su departamento, se sienta en la alfombra roja de su sala,
no quiere nada, no sabe nada, duerme.
Narciso se levanta a la misma hora, se baña, se viste
y toma su café negro sin azúcar y un pan tostado, se queda mirando las figuras
amorfas del humo que sale de su taza blanca. Suena el teléfono, reconoce la voz
de la mujer, lo describe, cuelga. Toma sus cosas, sale elegante y perfumado
hacia su trabajo.
A la misma hora de todos los días llega a su
departamento, entra a su recámara y todo esta en su lugar: la cama tendida,
libros en su escritorio, las sillas bien puestas, el ropero y el espejo de
cuerpo entero vueltos hacia la cama. Narciso aterrado, trata de comprender el
orden que le encuentra un cierto desorden, va hacia la sala camina de un lado a
otro, revisa la cerradura y la encuentra intacta, ventanas cerradas. Sale, ve
de un lado y otro de los largos pasillos, se asoma hacia las escaleras, nadie
ni en los cinco pisos de abajo ni en los cinco pisos de arriba, se regresa a su
departamento, se sienta en el piso negro de su comedor, no quiere nada, no sabe
nada, duerme.
Narciso se levanta a la misma hora, se baña, se viste
y toma su café negro sin azúcar y un pan tostado, se queda mirando las figuras
amorfas del humo que sale de su taza blanca. Suena el teléfono, reconoce la voz
de la mujer:
--- ¡señagne em on, señagne em on!
Toma sus cosas,
sale elegante y perfumado hacia su trabajo. A la misma hora de todos los días
llega a su departamento, entra a su recámara y todo se encuentra preparado como
para el encuentro de dos amantes: la cama tendida, los almohadones en el
respaldo, en el centro la foto de una mujer, le parece conocida, es la imagen
que se había hecho tan sólo de haber leído el expediente del caso que se le
había asignado:
EXPEDIENTE FAUNA-DF25
Nombre: Flora Verduzco
Edad: 42 años
Profesión: Psicóloga clínica Religión:
ortodoxa
Lugar de procedencia: desconocido
Observaciones: Femenina de 42 años, alta, delgada, cuerpo atlético,
morena clara, cabello largo, cara delgada, ojos verdes, nariz recta, labios
delgados, voluble, sadomasoquista, manipuladora.
Se había impuesto un tiempo para resolverlo, en menos
de cinco días debía atrapar a la susodicha. Siempre aceptaba este tipo de casos
y sólo estos y sólo a él se los daban, pues hasta hoy no había fallado ni uno
solo a pesar de que cada uno de ellos era distinto.
Cuando Narciso se dio cuenta de que alguien entraba a
su departamento, sólo cerró los ojos y esperó. Comenzó a oír música, sintió
como corría el viento por todo el espacio del cuarto, sintió como alguien se
acercaba a él lentamente y empieza a escuchar:
--- Tranquilo, a ver dime ¿de veras crees que vas a poder seguir
atrapando a mis clientes?
Lo venda y lo hace que se siente en una silla, lo
amarra, le baja el cierre del pantalón y le mete un filoso hielo, le hace gemir
y decir constantemente
---- ¡no te engaño, no te engaño!
Hasta que el hielo se disuelve completamente, Narciso
va recobrando su estado de flacidez, oye cerrar la puerta de su departamento.
Se quita la venda se tiende en la cama, comienza a dar vueltas de un lado a
otro hasta que sin darse cuenta se queda dormido.
Hoy 29 de febrero 2003, Narciso se levanta a la misma
hora, se baña, se viste y toma su café negro sin azúcar y un pan tostado, se
queda mirando las figuras amorfas del humo que sale de su taza blanca. Toma sus
cosas, sale elegante y perfumado hacia su trabajo.
A la misma hora de todos los días, llega a su
departamento, se dirige a la cocina, abre el refrigerador, toma una cerveza, se
dirige a su recámara y se sienta en la cama a ver televisión con Flora a su
lado.